sábado, 29 de marzo de 2008

Los pasos rechinan, testigos de una escalera más antigua que yo. Pacífica e inocente, la luz es víctima de una sustancia invisible que la rodea, aquello que a todo da vida, y a todo consume.
Ubicada ya en su lugar, baña las costas de los libros, un viejo diario, las teclas de un piano olvidado.
Es en este ambiente, melancólico, nostálgico y taciturno que encuentro regocijo. Me siento a gusto, pienso yo, por primera vez en mucho tiempo como para dar rienda suelta a un lápiz cuyo tamaño se ve mermado por tanto uso.
"Estas duran menos que las de la cocina, pensé, mientras contemplo los cambios en la luz, esa luz cuya existencia es breve pero confusa.

La llama se agita y la cera se consume.

El ciclo se repite, el tiempo se agota.

Volverá la luz.

1 comentario:

: dijo...

Me gustó, me gustó. Comprá un par de velas mas o una de esas luces de emergencia, y hace una segunda parte del post (?)