lunes, 17 de mayo de 2010

La lucha solitaria

Disclaimers: Con mis cambiantes estados de ánimo y mi inconstancia editorial, éste blog puede pasar por cuentos, poemas, ironías, críticas, comentarios de un renglón o ideas totalmente irracionales.

En la entrada anterior había comenzado a esbozar la idea de “Automatismo social” es decir, todas esas cosas que hacemos inmersos en una corriente de inercia cultural sin siquiera pararnos a cuestionar su sentido racional (en caso de tenerlo). Aunque pueda parecer inútil, es un buen ejercicio mental someter a tela de juicio nuestras costumbres en el día a día.
Costumbres en relación a todo. Cosas que comemos y la forma en la que lo hacemos, la ropa que usamos, las frases que utilizamos y la postura que adoptamos ante una u otra situación. Pensar no está muy de moda y el cuestionamiento menos todavía. ¿Qué creo que aceptamos día a día sin pensarlo dos veces? La impotencia que absorbemos del entorno y nos minimiza como seres humanos. Un excelente mecanismo de defensa que tenemos es aceptar las cosas que se nos presentan como inmodificables, lejanas a nuestro campo de acción o poder.

Aceptación ¿Qué palabra eh? Todos la practicamos en todo momento. Desde que nacemos hasta que vamos creciendo se nos enseñan cosas, muchas cosas, desde datos inocuos y conocimientos prácticos hasta fuertes valores morales. Luego salimos al mundo y el desencanto producido por ver que los sueños de la niñez se hacen trizas nos vuelve el corazón de acero. Aceptamos entonces, aceptamos la miseria, aceptamos la ignorancia, aceptamos la desidia, aceptamos la corrupción y nos divertimos en el circo mediático del nuevo milenio, utilizando todos los recursos que provee para escapar a esta angustiosa realidad tan distinta a los cuentos de la niñez.

Un mundo de sueños rotos con miles y millones de seres humanos sumidos en la desesperación, que lentamente se adapta para convertirse en indiferencia.
En medio de este panorama, pareceré excéntrico (sin duda lo soy) o loco (cada día estoy más cerca) pero pienso que debemos poner el grito en el cielo, y comenzar a hacer de nuestro mundo aquel que deseamos que sea, dejando de lado la falsa, infundada creencia de que no podemos cambiar nada.

¿Después de todo, a quién le conviene que su ganado piense cómo mejorar su situación y se salte del corral? Divide, desespera y conquistarás.

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